Funciona desde hace más de 25 años en el IMBICE y está integrado por expertas del CONICET. Colaboran con la Justicia civil y organismos públicos y privados, como también a pedido de abogados de particulares
Todos los organismos vivos y los seres humanos en particular son genéticamente idénticos unos de otros en más de un 99 por ciento, pero hay una pequeña porción del genoma en la que se diferencian por completo lo que, por ende, hace a cada ser único. Ese fragmento genético que no alcanza el 1 por ciento se constituye como un paquete de datos valioso a la hora de determinar desde linajes ancestrales para poder establecer de qué manera las poblaciones del pasado migraron y se distribuyeron por el mundo hasta la identificación de individuos en el ámbito forense, ya sea para confirmar o descartar una paternidad, como para determinar la culpabilidad o inocencia del sospechoso de un acto criminal, o la identidad de una víctima.
A esto último se dedica el Laboratorio de Identificación Genética del Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (IMBICE, CONICET-UNLP-CICPBA) que funciona desde 1995, cuando se convirtió en el primer espacio dedicado a la genética forense de La Plata. “En aquellos tiempos, el tipo de estudios que realizamos no era tan común, y junto a una de mis tesistas de entonces, María Noelia Tourret, nos propusimos de algún modo devolver a la sociedad el conocimiento que habíamos adquirido en la universidad, haciendo un aporte desde la medicina forense, algo que no se conocía demasiado ni por la comunidad ni por la Justicia”, apunta la investigadora del CONICET en el IMBICE Lidia Arbeletche de Vidal Rioja, una de sus fundadoras.
Poco tiempo después de su conformación, a pedido de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el laboratorio fue partícipe de una investigación que acaparó la atención nacional: el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas. El cuerpo del trabajador de prensa fue hallado calcinado dentro de su vehículo en proximidades del partido bonaerense de General Madariaga y, por el estado en el que se hallaba, su reconocimiento requirió la comparación del perfil genético de muestras de su ADN con el de los padres para establecer su identidad. “Eso significó un gran progreso para los investigadores del caso porque les permitió avanzar con la resolución del mismo, y a nosotras nos dio mucha visibilidad ya que, a partir de ese estudio, poco después fuimos convocadas por la Justicia provincial para identificar a los ocupantes de un automóvil yacentes durante dos años en el fondo del Riachuelo”, cuenta la experta.
Desde 2003, el laboratorio forense del IMBICE cuenta con la autorización y calificación de Servicio Tecnológico de Alto Nivel (STAN) del CONICET, y en la actualidad presta servicios tanto a solicitud de la Justicia civil como de organismos públicos y privados y abogados de particulares fundamentalmente en análisis de paternidad, hermandad u otros parentescos biológicos, identificación de restos humanos, así como también en pericias de vestigios biológicos procedentes de escenarios delictivos.
Para resolver cualquiera de esas incógnitas los responsables del servicio utilizan marcadores genéticos denominados STR (por las siglas en inglés de Cortas Repeticiones en Tándem) consistentes en fragmentos relativamente cortos de la secuencia genética que se repiten un número variable de veces. “Son altamente variables, heredados de ambos padres y existen en la secuencia de ADN de los cromosomas somáticos, es decir los no sexuales, y de los sexuales X e Y, heredados por vía materna y paterna, respectivamente. Del análisis de los primeros se obtiene un perfil de datos único de una persona en el que cada marcador presenta un mínimo de dos variantes, o alelos, heredadas de cada progenitor. La comparación entre los diferentes perfiles de un estudio podrá mostrar compatibilidad o diferencias biológicas entre los individuos analizados, las que posteriormente permitirán confirmar o excluir un vínculo de parentesco así como imputar o exonerar al sospechoso o sospechosa de un delito”, explica.
“El análisis de polimorfismos o variaciones Y-STR que los varones heredan de su padre, además de ser útiles en la confirmación de una paternidad o en la desestimación de un imputado por abuso sexual, permitirá identificar a todos los varones de un linaje paterno no importa que tan atrás en la historia llegue el estudio. Los varones tienen un único cromosoma X que heredan de su madre y transmiten a todas sus hijas mujeres. Por lo tanto, en un estudio de hermandad o media hermandad se espera que las hijas de un mismo varón compartan al menos un alelo de todos los X-STR analizados, pero si ello no ocurre para al menos un marcador se puede descartar que procedan de un mismo padre”, agrega.
Laboratorio especializado en el estudio del ADN mitocondrial
“Así como el cromosoma Y se hereda de padres a hijos varones, en las mujeres también hay una herencia de ADN exclusiva por vía femenina”, explica Arbeletche de Vidal Rioja, y añade: “Las madres transmiten ADN mitocondrial a todos sus hijos, pero solo las mujeres lo pasan a la generación siguiente. Esto permite identificar linajes maternos de un mismo origen”.
Este ADN mitocondrial se encuentra en las mitocondrias, que son unas organelas ubicadas en el citoplasma que recubre a las células a las que le aportan energía química. “Cada mitocondria tiene su propio genoma en cantidades de cientos a miles. En un estudio donde nos piden averiguar la relación entre una persona conocida donante de una muestra de referencia y el titular desconocido de una muestra de pelo cuyo ADN nuclear (proveniente del núcleo) es muy escaso además de degradado, recurrimos al análisis de regiones de secuencias hipervariables del genoma mitocondrial de las dos muestras. Así, obtenemos los perfiles de sus linajes y los comparamos. Si vemos que ambas secuencias mitocondriales difieren en dos o más nucleótidos significa que no pertenecen al mismo linaje mitocondrial, y por lo tanto podemos concluir en forma muy precisa que la persona de referencia no es ni está relacionada por vía materna con el donante de la muestra pilosa”, dice la experta.
Para finalizar, Arbeletche de Vidal Rioja cuenta que el trabajo que realiza junto a su equipo de “profesionales idóneas y muy activas” no termina en el análisis de las muestras: “Luego de esa etapa, sobreviene otra de interpretación y valoración de los datos, para lo cual se recurre a herramientas de estadística genética, con las que se evalúan las probabilidades de que las coincidencias de los perfiles genéticos comparados no sean producto del azar, o sea que permiten concluir el grado de certidumbre que tienen los resultados del estudio”, puntualiza.
Por Marcelo Gisande. (Prensa CCT-La Plata, CONICET)
Sobre investigación:
Lidia Arbeletche de Vidal Rioja. Investigadora principal ad honorem. IMBICE.
Florencia Di Rocco. Investigadora CICPBA. IMBICE.
Melina Anello. Becaria postdoctoral. IMBICE.
María Silvana Daverio. Becaria CICPBA. IMBICE.
Miriam Silbestro. Técnica principal. IMBICE.